Elia Valdés Quintero nació el 14 de Junio de 1933 en Matanzas, Cuba.
Sus padres, Julio Valdés y Leonila Quintero, y hermana mayor Rita, vivian en Jaguey Grande hasta que decidieron mudarse para La Habana pues Elia fue una niña algo enfermiza.
Ella y su hermana conocen el Evangelio gracias a la consagración de su madre y abuela, y se bautizan en la Iglesia Adventista a muy temprana edad.
Elia decide estudiar para maestra en la Universidad de La Habana, pero en el último año de la carrera Castro toma el poder y las clases son cambiadas para los Sábados. Aunque le faltaba solo un examen para terminar, ella decide no tomarlo poniendo su fe primero que sus sueños.
Aunque nunca pudo ser maestra de escuela, Elia puso todo su amor y esfuerzo en ser maestra de escuela sabática en la Iglesia de La Víbora. Ella contribuyo a la formación cristiana de muchos niños, ahora adultos, que la recuerdan con mucho cariño y como una de las mejores maestras.
En ese tiempo Elia conoce a Pepe y en el año 1959 deciden casarse y empezar una familia. De su unión nacen dos hijos, Pepito y Leonel.
Elia sigue aferrada a su fe y se la enseña a sus hijos, los cuales sufren la humillación de ser adventistas en un país degradado por el comunismo. Por esa razón y mas Pepito decide emigrar a los Estados Unidos en el 1980 y seis años más tarde su hermano Leonel se le une en Chicago.
Elia y Pepe sufren la partida de sus hijos, pero con alegría reciben la noticia del nacimiento de sus primeras nietas, Lisy y Bibi. Aunque la distancia no les permite estar justos, hayan consuelo en Isaelito.
Finalmente, en el año 2000 emigran a los Estados Unidos y se reunen con sus hijos y nietos. Cuatro años más tarde, reciben la alegría de ver nacer y cooperar con la crianza de la tercera nieta, Valerie, y no solo eso, de también ser bendecidos con bisnietos, Brianna y Michael.
Elia pierde a Pepe tras una larga enfermedad en el 2018 y aunque ella misma estaba padeciendo de demencia nunca se olvido de su esposo o de su fe.
Elia y Pepe descansan juntos en el Señor, y cuando Cristo venga volveremos a ver sus rostros sonrientes, porque por fe fueron salvos, y por amor vivirán de nuevo. Hasta pronto viejos.